Oh, Apóstol dignísimo y santísimo, cabeza refulgente y dorada de España, defensor poderoso y patrono nuestro. Asiste piadoso a la grey que te ha sido encomendada; sé dulce pastor para el rey, para el clero y para el pueblo; aleja la peste, cura la enfermedad, las llagas y el pecado a fin de que, por ti ayudados, nos libremos del infierno y lleguemos al goce de la gloria en el reino de los cielos.
Beato de Liébana, siglo VIII
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