El Cuartel de la Montaña, bajo el mando del general Fanjul, es el único foco del Alzamiento Nacional en la capital de España en julio de 1936. Lo defienden unos 1500 hombres, entre militares, y civiles. Entre los primeros se encuentran unos sesenta cadetes que estaban de permiso en Madrid; entre los segundos, 187 falangistas. 55 de ellos cayeron durante el asedio y la matanza en el Cuartel de la Montaña; de los demaás, solo unos pocos afortunados consiguen escapar mimetizándose con la muchedumbre ya que el resto es hecho prisionero y acabrán cayendo en las “sacas” de Paracuellos o en las checas).
El 19 de julio, el cuartel es rodeado por tropas leales al gobierno de la República, guardias de Asalto y milicias populares rojas, mientras los sublevados esperan el auxilio desde Cuatro Vientos y Getafe inútilmente. Según algunas fuentes, aparece alguna bandera blanca en el cuartel, enarbolada probablemente por algún quinto rojo destinado allí, que rápidamente es retirada por sus compañeros.
La noche del 19 al 20 de julio, los republicanos emplazaron en la plaza de España dos piezas de artillería del 105 y una más del 155, único calibre capaz de atravesar los muros del cuartel. A las 7 de la mañana del día 20 comienza el bombardeo sobre el cuartel. Durante horas, el Cuartel es incesantemente bombardeado desde el aire, con las tres piezas de artillería y asediado por la presión de los rojos. A primeras horas de la tarde, una compañía de la Guardia Civil consigue penetrar en el patio principal desde el parque del Oeste, al tiempo que se abren las puertas que daban a la plaza de España.
El asalto popular sí fue, entonces, masivo: la carnicería que se produce en su interior, tras la rendición de los nacionales, es una de las más crudas y salvajes de toda la contienda. Los que no son asesinados dentro del cuartel (bala, bayoneta, hacha… todo vale), son sacados fuera y distribuidos por los milicianos en dos direcciones: a unos los encaminaban por la izquierda, junto a la pared del cuartel, donde son acribillados a balazos y rematados a bayoneta. Algunos pueden, no obstante, cantar el “Cara al Sol” antes de caer muertos. A otros los hacen ir por el centro y tras unas horas de encierro en el nº 7 de la Plaza de España, acaban en la cárcel Modelo.
La izquierda siempre ha justificado la matanza arguyendo que se trató de un movimiento espontáneo llevado a cabo por una población indignada… pero nadie ha explicado porqué los jefes más destacados como Sierra o Fanjul, fueran cogidos vivos para ser juzgados y fusilados, sin caer en manos de la furia popular
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