El nacionalismo separatista catalán es uno de los peores cánceres de España. Quiere prohibir todo lo que le molesta y liquidar todo lo que huela a España. Ahora quieren prohibir la fiesta de los toros, según esta panda porque es cruel y sangrienta.
Atacan a las corridas de toros, simplemente por ser un símbolo de la cultura, tradición e identidad española y eso lo harán con todo lo que huela a España.
Han atacado la bandera de España retirandola de ayuntamientos y espacios públicos, el uso del español en colegios se ha reducido por ley a dos horas a la semana, se implantó la prohibición de rotular los comercios en español, pero si se permite hacerlo en chino, árabe, paquistaní o inglés, ¡se cargaron hasta los toros de osborne de las carreteras! como pueden ver la demencia senil de esas cabezas es realmente preocupante.
El Parlamento de Cataluña debate la abolición de la fiesta de los toros en Cataluña. Los partidarios de la prohibición arremeten contra los toros, en teoría porque es una fiesta cruel y sangrienta, pero el gran argumento oculto es que la tauromaquia huele a español y eso, según el criterio nacionalista, debe ser erradicado.
El espectáculo es ridículo y vergonzoso, todo un parlamento que debate sobre la fiesta de los toros. Debatir sobre los toros en plena crisis, cuando la sociedad española, mal gobernada por una casta de inútiles, camina hacia el precipicio, donde hay millones de españoles en el paro y gentes donde se han quedado en la absoluta ruina. Cuando han estado familias en Gerona durante 3 semanas sin electricidad por una nevada, el hundimiento del barrio barcelonés de El Carmelo o el caos durante la última nevada en Barcelona, que por cierto tuvieron que pedir ayuda al Ejército español, ese que dicen los tonto lava como Ridao, Tardá o Carod-Rovira que les invaden y hay que expulsarles, para retirar la nieve, auxiliar a vecinos y despejar carreteras.
Todo esto es una barbaridad que refleja un alto grado de gilipollismo, aldeanismo, desquiciamiento y torpeza histórica enorme.
Ese Parlamento, debería operar como el templo de la verdad, la palabra, y el trabajo por sus ciudadanos que los han elegido. En ese parlamento se escuchan sandeces como comparar los toros con el maltrato infantil, la violencia contra las mujeres y la ablación del clítoris. Todo menos reconocer que lo que mueve el debate es el odio a lo español y algo todavía más grave y horrendo: el impulso sectario de prohibir lo que "no nos gusta". Es la exaltación e imposición del pensamiento único. Algunos separatistas catalanes, no sólo suprimirían los toros, sino que también borrarían a España del mapa.
A muchos españoles no nos gustan los toros. Nadie obliga a acudir a las plazas de toros. Prohibir la fiesta es la vulgar solución de los tiranos, de aquellos que sin respeto por lo ajeno, suprimen lo que no les gusta.
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