El Imperio colonial español comenzó a forjarse a finales del siglo XV, cuando Europa iniciaba su expansión en ultramar. España perdió gran parte de las zonas conquistadas como consecuencia del movimiento de emancipación que arraigó en Latinoamérica a principios del siglo XIX. Tras la Guerra Hispano-estadounidense de 1898, Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam dejaron de ser colonias españolas. Actualmente, los únicos territorios situados fuera de la península Ibérica que pertenecen aún a España son las islas Canarias, emplazadas frente a la costa noroccidental de África e insertas en la organización territorial española como una más de sus comunidades autónomas, y los enclaves norteafricanos de Ceuta y Melilla, que, ubicados al otro lado del estrecho de Gibraltar, poseen la categoría de ciudades autónomas.
En su momento de máximo esplendor en el continente americano, el Imperio español abarcaba lo que en la actualidad es Alaska, la costa occidental de Estados Unidos, México y Centroamérica, y hasta el sur de Chile y la Patagonia, por el oeste; en tanto que por el este, comenzaba en el actual estado de Georgia (Estados Unidos), y se extendía hacia el sur, incluyendo las islas del Caribe, Venezuela, Colombia y Argentina. España ocupó también territorios del oeste del Sahara en distintas épocas, así como regiones costeras de lo que hoy en día es Guinea Ecuatorial, entre las que se cuenta la isla de Fernando Poo (en la actualidad Bioko). En Asia, España gobernó sobre las islas Filipinas. En Oceanía, conservó las islas Marianas y las islas Carolinas.
Fuente: http://www.elhistoriador.es
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